Entrada destacada

1063

Por qué todos necesitamos un hobby que no “sirva” para nada En un mundo que premia la productividad, dedicar tiempo a algo que no tiene un propósito práctico puede parecer casi un acto de rebeldía. Pero ahí está la clave: un hobby que no “sirva” para nada es exactamente lo que tu mente —y tu vida— podrían estar necesitando. Los hobbies sin objetivo son esos que no monetizas, no publicas en redes, no conviertes en proyecto. Pintar sin técnica, tocar acordes torcidos en una guitarra, coleccionar piedras de la calle, aprender nombres de constelaciones, cocinar sin seguir recetas… cualquiera de esas actividades que no pretenden demostrar nada, solo darte un espacio para estar contigo mismo. La presión por ser productivos ha invadido incluso nuestro tiempo libre. Si lees, que sea para aprender; si sales a caminar, que sea para hacer ejercicio; si haces fotos, que sean “contenidos”. Y en medio de todo eso, se nos olvida que también somos seres que necesitan jugar, crear y explorar sin e...

1035




 









El poder del silencio en un mundo que nunca se detiene

Vivimos rodeados de ruido. Notificaciones, conversaciones rápidas, música de fondo, videos que se reproducen solos, avisos que compiten por nuestra atención. A veces parece que el silencio se hubiera vuelto un lujo, algo extraño, casi incómodo. Pero justo por eso vale la pena recuperarlo.

El silencio no es ausencia; es espacio. Es ese pequeño respiro donde las ideas pueden asentarse, donde la mente deja de reaccionar y empieza a observar. Cuando te regalas unos minutos sin estímulos, descubres algo que a menudo olvidamos: tu atención te pertenece, no le pertenece al mundo.

Tomarte un rato de silencio al día —da igual si son tres minutos o veinte— puede cambiar tu forma de pensar. De repente notas detalles que antes pasabas por alto: cómo respiras, qué tensiones llevas encima, qué pensamientos aparecen sin empujarlos. Es como ajustar el enfoque de una cámara que llevaba rato desenfocada.

El silencio también es un gran aliado para tomar decisiones. Cuando el ruido externo baja, la intuición sube. No es magia, es claridad. Es más fácil reconocer qué quieres realmente cuando no estás escuchando cien cosas a la vez.

Y lo mejor es que no necesitas irte a una montaña ni entrar en una cueva. Basta con apagar un momento el móvil, cerrar la puerta o incluso simplemente dejar de hablar. Un pequeño acto de rebeldía frente al ritmo frenético del día.

Volver al silencio es volver a ti. Y en un mundo tan ruidoso, eso es casi un superpoder.