Ryan Murphy no solo crea series. Ryan Murphy crea trayectorias. Y lo hace con una precisión casi mágica para encontrar talentos frescos que terminan por conquistar al mundo. Desde Darren Criss, quien pasó de las aulas musicales de Glee a ganar un Emmy por The Assassination of Gianni Versace, hasta Evan Peters, eterno favorito de American Horror Story y ahora aclamado por su escalofriante papel en DAHMER — Monster, Murphy tiene una habilidad única: ver más allá del casting. Ver al actor completo, incluso cuando el mundo aún no lo ha visto.
Ahora, con Monsters: The Lyle and Erik Menendez Story, la segunda entrega de su antología sobre crímenes reales, Murphy vuelve a hacerlo. Esta vez, apostó por dos nombres que hasta hace poco eran prácticamente desconocidos: Cooper Koch y Nicholas Alexander Chavez. Interpretan a los hermanos Menéndez, condenados en 1996 por el asesinato de sus padres, en un caso que sigue generando debate y tensión emocional. La historia exige matices, ambigüedad y profundidad. Y Murphy sabía que no podía elegir a cualquiera. “Buscábamos como si fuera Scarlett O’Hara”, confesó. Vieron más de 500 actores, incluso de Europa y Australia. Pero bastó un vistazo a los tapes de Koch y Chavez para saberlo: ellos eran.
Sin decirles que ya eran los elegidos, Murphy los invitó a hacer una lectura conjunta. Entre escenas intensas y hasta muebles rotos (Chavez, completamente metido en su personaje), se confirmó lo que ya era evidente: ahí estaban sus protagonistas. Netflix aprobó sin dudar, y el resto es historia en proceso.
La elección no fue solo un golpe de suerte. Koch venía de una formación teatral sólida desde la infancia y una vida entre musicales como West Side Story y Into the Woods. Entre la actuación y el modelaje para marcas como Gap y Patagonia, su camino tomó rumbo firme hacia la pantalla. Para Chavez, el trayecto fue más errático pero igual de apasionado. Trabajos como repartidor, vendedor de seguros y autos, antes de conseguir su primer gran papel en General Hospital. “Sabía que quería contar historias que tenía en el alma”, dijo. Y ese deseo lo sostuvo hasta que llegó su audición soñada.
Ambos coinciden en que trabajar con Ryan Murphy fue entrar a un universo exigente pero generoso. Cada detalle, desde el guion hasta el vestuario, está cuidado con precisión quirúrgica. “Todo fluye con una calidad artística que te hace sentir en buenas manos”, dijo Chavez. Koch, por su parte, recuerda con emoción cómo Glee era una tradición familiar en su casa, y cómo American Horror Story fue su primera obsesión en la universidad. Entrar a ese mundo era, literalmente, un sueño marcado en su calendario: 13 de junio, el día en que todo cambió.
Lidiar con la carga emocional de sus personajes no fue fácil. Koch a veces llegaba a casa sin siquiera encender la luz, solo para tumbarse en la cama con los restos del día. Pero aprendió a separar su rol del ser humano que lo interpreta. Chavez, por su lado, se apoyó en su familia y en el equipo del proyecto, que creó una atmósfera de contención emocional rara en producciones tan intensas.
Hoy, ya convertidos en revelaciones de una serie aclamada, Koch y Chavez miran hacia el futuro con hambre de más. Koch sueña con Broadway y el cine independiente. Chavez, con dejar una marca en el mundo a través del arte. “Quiero hacer una contribución significativa. Y quiero descubrir lo que eso significa para mí”, dijo con la mirada puesta en el horizonte.
Y si algo queda claro, es que Ryan Murphy no se equivoca. Cuando elige, no solo está armando una serie. Está moldeando futuras leyendas
