Cuando interpreté al entrenador de lucha de NYU en la cuarta temporada de SATC (episodio 8, "My Motherboard, My Self"), no imaginé que esa experiencia se volvería tan memorable. En este episodio, Samantha atraviesa una crisis tras la muerte de la madre de Miranda y, en un intento por recuperar su placer, recurre a mi personaje. A pesar de todos los intentos y posturas, el resultado es cómico y frustrante para ella.
Cómo Llegó el Papel
Recibí la llamada de Michael Patrick King, escritor y productor de la serie, quien me preguntó directamente si quería hacer el papel. Somos amigos desde hace años, y él recordaba que había sido luchador en la escuela secundaria. También sabía que, en una ocasión, durante un taller de improvisación, lo levanté sobre mi cabeza. Ese recuerdo se quedó con él, y así me convirtió en su primera opción para el papel.
Una Escena Única
A lo largo de mi carrera, había filmado escenas de sexo solo en tres ocasiones. Este episodio equivalió a cinco de ellas juntas. No fue fácil: estar en esa situación, con poca ropa y rodeado de cámaras, no es tan glamuroso como muchos creen. Todos mis amigos bromeaban al respecto, pero la realidad es que la vulnerabilidad es enorme.
Kim Cattrall, quien interpretaba a Samantha, tenía mucha experiencia con este tipo de escenas y se preocupaba por la comodidad de sus compañeros. Incluso mandó a hacer una pequeña copa especial para cubrir ciertas áreas, sujeta con cadenas de plástico transparentes para evitar accidentes visuales. Aun así, en un momento, la copa se salió de lugar y generó una situación incómoda pero graciosa. Kim, con su característico humor, solo dijo: "No me importa", y seguimos adelante.
El Rodaje y la Química en el Set
El episodio trataba sobre cómo las emociones de Samantha influían en su capacidad para llegar al clímax. En un punto, sugerí al director Michael Engler que, en lugar de mostrar directamente una escena de sexo, podríamos insinuar una alternativa más creativa con ángulos estratégicos. A Kim le encantó la idea, pero el director prefirió mantener el guion original.
Antes de filmar la última escena, Kim y yo conversábamos en el set, y ella me agradeció por hacer el episodio con ella. Fue un momento especial. Le respondí en broma: "Hoy es mi cumpleaños y no se me ocurre mejor manera de celebrarlo que filmando esto contigo cinco veces". Ella, sorprendida, se aseguró de que me llegara un pastel de cumpleaños al final del día. Fue un gesto muy dulce.
Reflexión Final
Trabajar en una serie tan icónica me dejó muchas lecciones. En la industria televisiva, los elencos pueden terminar en bandos distintos después de años de trabajo juntos, algo que ya había visto en mi primera experiencia en televisión. A pesar de los desafíos, Kim siempre fue amable y profesional.
Tiempo después, cuando el equipo de lucha de mi ciudad natal organizó un evento benéfico, le pedí a Kim que firmara una Polaroid que tomamos en el set. Sin dudarlo, lo hizo e incluso me envió una copia de su libro con una dedicatoria. Esas pequeñas acciones reflejan la gran persona que es. Sin duda, una experiencia inolvidable en mi carrera.
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